Mente Criminal

Trato de ver la realidad de las cosas, pero muchas veces es como que se me escapa. Es como si viviera todo el tiempo drogada, y eso que no tengo esas costumbres, por lo menos todavía, nunca es tarde para caer en algún vicio.

Hay personas que me irritan más que otras, y a veces imagino hasta como matarlas ¿es normal eso?, yo creo que si, salvo que alguna vez se me de por satisfacer mis deseos perversos, ahí tendría un problemilla, no puedo ponerme en pedo como cualquier persona normal, no yo planifico asesinatos, es pura y meramente patológico lo mío.

Planear el crimen perfecto, no es algo que se haga todos los días. Y aparte hay que saber a quién elegir para cometer uno, porque si te llega a salir mal, y terminás en cana, por lo menos que valga la pena. No desperdicies tu gran asaña con la dueña del perro que te defecó en la vereda, y cuando saliste, te diste cuenta de que ibas a ser millonario. Yo recomiendo un/a ex, un/a suegra/o, tu pareja; o cualquier persona que te provoque cierta exitación verla sufrir.

Soy la asesina serial de mentira con más crímenes en el mundo, he cometido ya como 1000 homicidios ficticios, siempre exitosos, y nunca me han apresado por ellos. Soy algo así como la Charles Manson imaginaria de Mar del Plata.

Todavía me acuerdo de mi primer crimen, fue caratulado (por mi misma) como homicidio doloso en primer grado; del cuál fui absuelta (por mi misma). La víctima era un compañero de colegio, se llamaba Facundo Maldonado y yo lo odiaba, me molestaba tanto que empecé a saborear la idea de cortarlo en pedacitos. Pero había varios obstáculos entre la realidad y el fin en cuestión, así que realicé todo un esquema de ataque, con ayuda de unas amigas, que en el juicio dirían que yo me encontraba con ellas, nada más para confundir al jurado, ya que con mi carita de inocente nadie se atrevería a condenarme por semejante atrocidad. Una vez concluida la primera etapa, me preparé para enfrentar la segunda, la más esperada, la de la acción, la de la sangre, en donde podía demostrar mis habilidades. Ya estaba todo en marcha, esa misma noche me aproximé a la casa del desdichado, que me estaba esperando sólo, como habíamos quedado. Lo miré a los ojos con una expresión que oscilaba entre compasión y deseo, lo besé y abrace fuertemente, y en cuanto estaba totalmente entregado a mí, despegué mis labios de los suyos y busqué otra vez sus ojos, en el momento que me miró, lo apuñalé con fuerza en el estómago, me tomó de los brazos y trato de decirme algo, pero mi cuchillo lleno de sangre se enterraba ahora en su garganta. No tardó mucho en desplomarse ante mis pies. Cuidadosamente me retiré del lugar, mientras él descansaba tirado en el suelo.

En fin, espero que ahora me tengan miedo... porque sigo libre, es que la justicia imaginaria es todavía peor y más lenta que la de verdad.